El proceso de separación de las disciplinas científicas, alentadas por un loable afán de especialización y profundización en sus conocimientos, ha relegado la presencia de la componente geográfica en la explicación de los hechos históricos. Y sin embargo, muchos de ellos sólo la encuentran en plenitud cuando éstos son tenidos en cuenta. Y casos hay en que la comprensión del hecho histórico se hace imposible sin analizar la realidad física, la disposición del relieve, la presencia de cursos fluviales, las situaciones bioclimáticas, etc. del territorio que lo albergó. Buen ejemplo de ello es el que aquí analizamos, la llegada de la Misión Keicho a Coria del Río y, subsiguientemente, la ubicación en este núcleo ribereño del Guadalquivir de la comunidad de los Japones.
La disposición geográfica del bajo Guadalquivir, la amplia llanura por la que discurre, es el hecho que permitió su condición de río navegable y a su vez predispuso al puerto de Sevilla y a la ciudad misma para ser la cabecera del tráfico comercial con Las Indias, facilitando el control del monopolio. Y fue esa ausencia de pendientes para la escorrentía de sus caudales la que le dotó de un trazado complejo, con varios brazos llenos de grandes meandros, lo que unido a sus intensos procesos sedimentarios, dificultaban la navegabilidad y le fueron poco a poco invalidando para esos mismos tráficos.
Para remediar esas dificultades se fueron habilitando diversos enclaves en la orilla, en los que se efectuaban cargas o descargas de las flotas además de acciones de control fiscal. El bajo Guadalquivir se fue convirtiendo en el “amplio fondeadero” del que habló el profesor García-Baquero. Uno de ellos fue Coria del Río, que pronto adquirió un rango superior por diversas razones: era un núcleo muy próximo a Sevilla, habitado por marineros y por gentes habituados a los trabajos en el río, con actividades subsidiarias (astilleros, talleres, redes, etc) y además, situado en la inmediatez del meandro de La Merlina, una de las mayores dificultades que el río ofrecía a los navegantes.
Como entonces hacían tantas otras embarcaciones, las galeras que traían a los japoneses de la Misión Keicho atracaron aquí. Todo lo demás sigue ofreciendo ribetes de dudas, pero no este hecho, ni tampoco las razones geográficas que lo provocaron. ¿Por qué en Coria del Río?, es una pregunta imposible de responder sin tener en cuenta los aportes del conocimiento de la Geografía del bajo Guadalquivir.